Vacas – Diana Aisenberg

Prólogo del catálogo de la exposición de Diana Aisenberg en el Centro Cultural Ricardo Rojas, Universidad de Buenos Aires, 1992.

“Vacas en una galería de arte”

Con esta declaración que oscila entre la risa y el asombro. Diana Aisenberg vuelve a presentarse desafiantes, suscitando la sospecha de que sigue siendo, para muchos, una chica ‘rara y rebelde’.

A partir de un cuento de Felisberto Hernández, dodo describe a la mujer amada comparándola con este animal – “Úrsula era callada como una vaca”-, Aisenberg realiza un conjunto de retratos con sus respectivos nombres.

En una especie de parodia minimalista, las imágenes se suceden de manera seriada. La vaca Úrsula, grotesca y sensual, madre y hermana de todas las otras; las mellizas Hilda y Nilda; Olga, mucama y costurera; Mónica común, tipo clase media; Ana María ¿viste?, y muchas otras.

La relación entre la palabra y la imagen surge de una observación irónica y aguda de los estereotipos de la vida diaria.

En una indagación sobre la arbitrariedad en la definición del arte y una aproximación diferente hacia ciertas pautas culturales.

“No sé por qué – dice Felisberto en su cuento- tuve la idea de que Úrsula entregaría su cuerpo como si él fuese un animal. Y se me ocurrió que si yo entraba en relaciones con él, amaría disimuladamente una vaca”.

Tal vez sea posible exponer vacas en una iglesia, y pensar que existe un modo de ver el mundo donde el revés de la mirada es otra alternativa. 

POR LAURA BATKIS