Salón de tatuajes – Luis F. Benedit

Prólogo del catálogo de la exposición de Luis F. Benedit en el Centro Cultural General San Martín, Sala 2. Buenos Aires, diciembre de 2005

Benedit es como un pintor naturalista. Se parece a aquellos viajeros que en el siglo XIX vinieron a América del Sur a documentar la flora, fauna y costumbres de la gente de este territorio. Como José, Del Pozo, Darwin y Humboldt, así es Benedit. Un poco arquitecto, un poco científico, un artista global con espíritu renacentista y una actitud de asombro permanente frente a los hechos de este mundo. 

Al final de los años ’80 comenzó a investigar las fuentes iconográficas que registran el relato de la historia nacional. Tomó algunas señales del fin del mundo de la Patagonia, reactualizando la historia de los indios yaganes como un informe pictórico de la otra conquista del desierto. El diccionario yagan-inglés de Thomas Bridges, el relato épico de Jemmy Button, Fueguia Basket y York Minster, y el fusil calibre 44 utilizado por el cazador de indios Mac Lennan. En la década siguiente sus búsquedas se ampliaron y fue documentando de manera artística los signos que cambiaron el perfil de la Argentina. El sistema de maneo con el que se traen a los caballos en los barcos, las marcas de ganado, la tijera de descornar, el alambrado y todo lo que cambió la estructura socioeconómica del país conquistado. 

La literatura lo asiste de manera recurrente y en aquel entonces “El informe de Brodie” de Borges fue el disparador para reconstruir la narración. 

“Salón de Tatuajes” es una visión enciclopédica y ecléctica de la mirada del artista. Una nomenclatura privada de clasificar el mundo con la posibilidad de editar sus intereses en pequeñas imágenes, conformando esta muestra al estilo de un gabinete de curiosidades del siglo XVIII. Sobre un papel de calco, Benedit diseña con su lapicera de cristal antigua las marcas sobre la piel que los hombres dibujan en su cuerpo para diferenciarse. En la saga del Beagle Benedit ya había tomado el dibujo de los tatuajes usados por los mahoríes en Nueva Zelanda. Hoy inventa otras maneras de señalamiento que son un prototipo distintivo de las nuevas tribus urbanas, que usan el tatuaje como señal, marcación y distinción de grupos sociales. 

Sus diseños son un compendio de los intereses de toda su vida. La imagen de una lengua con la ubicación de las papilas del gusto, un corte de cabeza, estrellas de mar, peces, huevos de pájaro, piedras, barcos, células, microorganismos, sistemas musculares y óseos, guardas tehuelches y cuerpos geométricos. Esta es la excusa que hoy manifiesta el autor para hacer lo que más le gusta. Sus estímulos privados para enfrentarse con el Cosmos todos los días y tener ganas de seguir pintando. 

POR LAURA BATKIS