Julio de 1998.
Al entrar en la primera sala de la galería Art House, dos máscaras pintadas anuncian lo que el espectador verá en el salón principal: La Comedia del Arte de Osvaldo Monzo. La particularidad de esta exposición de lo que en principio podría definirse como cuadros, es la libertad formal por la que circula el artista. Monzo (48) toma de manera azarosa todo el acervo pictórico de la abstracción de las vanguardias históricas, pero recreadas con un montaje eficaz que remite a la escenografía del teatro. El artista usa marcos recortados con soportes poligonales, que se apoyan en patas de muebles, sobre unas bases que están puestas sobre el suelo. Esta suerte de cuadros-objetos son también como muebles por su aspecto de paneles pintados, como biombos que marcan, interrumpen y dirigen el recorrido sinuoso del visitante. En su comedia, los cuadros adquieren formas biomórficas que se alzan como tótems de figuras, en una parodia de la humanidad estereotipada. De este modo, toda la galería es una instalación en la que cada elemento forma parte integrante del conjunto, que es la escena de una comedia. Monzo pertenece a la generación que en la Argentina fue tildada como la Nueva Imagen a principios de los años ‘80. Como en otras latitudes, también aquí se sentían los síntomas de un retorno a la pintura, después de las experiencias conceptuales de la década precedente. Junto con Alfredo Prior y Pablo Suárez, integró el grupo “Periferia” con muestra exentas de solemnidad que mostraban una mirada irónica sobre los postulados del arte. Su interés por lo estrictamente pictórico prevalece en la rugosidad de la materia, con superficies de óleo mezclado con arena y aglutinantes, conformado una capa gruesa con aspecto de bajorrelieve. Por detrás de esta primera capa del cuadro, se insinúan círculos planos, como ojos y esferas que flotan en la superficie. La cualidad estetizante y decorativa de estos trabajos, contribuye a acentuar el clima festivo de toda la muestra.
Del 30 de julio al 21 de agosto en la galería Art House, Uruguay 1223.
POR LAURA BATKIS