Galería Appetite (Buenos Aires). Julio 2007. Nº 235.
La instalación Oscuro objeto del deseo, de Nicolás Mastracchio (Buenos Aires, 1983), es un recorrido que invita al espectador a contemplar la intensidad consumista del hombre actual, desde su infancia hasta la adultez. El artista describe la vida de una misma persona desde que nace hasta los cuarenta años, a partir de los materiales que consume, en cuatro espacios diferenciados: niño, adolescente, universitario y adulto. La primera parte de la instalación consiste en el cuarto del niño, un día de juego violento. La pared está repleta de imágenes de dinosaurios, de power rangers, un poster de los Simpsons y una foto de La última cena elaborada con piezas del juego Lego. El espacio del adolescente está empapelado con un azul metalizado y fotos de zapatillas Nike. Se empieza a insinuar el consumo de drogas en unas pastillas que conectan directamente con el espacio del universitario y su altar de la cocaína. El hábitat del hombre adulto es una oficina repleta de planillas con números, cables, computadores…; y los fetiches de deseo están más ligados al poder económico. También hay un inquietante mueble con cuchillos clavados. La acumulación excesiva invade todo el espacio físico de la galería. El aparente desorden visual proviene de un montaje cuidadosamente armado en el que las marcas y los efectos del consumo son los elementos protagónicos. La luz fría, el azul brillante, las golosinas y los juguetes se juntan en un extravío que hay que ir atravesando a medida que se ingresa en esta mirada siglo XXI. Es un tipo de trabajo que refleja el aislamiento de las tribus urbanas, que se conectan a través de la liquidez de la pantalla plasma, el Messenger y el teléfono celular, como una nueva modalidad de vínculo. Mastracchio maneja una paleta colorida hipersaturada cercana al pop de Marcos López y Jeff Koons, y una voracidad que en ocasiones remite en recursos de artistas como Thomas Hirschhorn y los argentinos Leopoldo Estol y Diego Bianchi. En definitiva, se trata de un relato que expresa con tono trágico las desventuras del hombre actual en la era de la comunicación y el anonimato internacional, extraviado en la trampa fatal del oscuro deseo de poder.
POR LAURA BATKIS