Nicolás Guagnini – Galería Julia Lublin

 Nº 15. Enero – Marzo de 1995.

Durante el transcurso del mes de noviembre, la galería Julia Lublin exhibe una serie de pinturas de Nicolás Guagnini. Guagnini, nacido en Buenos Aires en 1966, pertenece a la emergente generación del noventa que en la Argentina define a un grupo de artistas postvanguardistas, que fundan su estética en los presupuestos del arte conceptual, pero sin desdeñar las emociones, los afectos y la subjetividad. Es un neoconceptualismo caliente, que desafía los límites entre el rigor y la desmesura. En este sentido, la opción por este tipo de discurso vincula a Guagnini con otros artistas como Pablo Siquier, Fabián Burgos y Graciela Hasper. 

En esta exposición, el artista presenta cuadros pintados al óleo, con la obsesión de una técnica pulida y precisa, que evidencia la relación con la obra metafísica de Roberto Aizenberg, el pintor argentino que fue su maestro durante dos años. En una primera instancia, los cuadros de Guagnini se muestran como obras abstractas, que citan una caligrafía, con una sintaxis laberíntica que, como en la literatura de Jorge Luis Borges, va conformando una narrativa apócrifa. La ambigüedad de esta iconografía inventada, que marca un recorrido de la mirada, plagado de curvas y contracurvas, de entradas y de salidas, de llenos y vacíos, se torna inquietante cuando, casi repentinamente, se descubre que bajo la apariencia primera de una lectura ornamental se esbozan reminiscencias de una silueta. Más claramente se adivinan los contornos de un rostro, que se insinúa por la alusión a dos elementos autoreferenciales: una nariz y una oreja, que el artista copia de su propia cara, La actitud narcisista del autorretrato marca la inclusión de la esfera de lo privado y de la subjetividad en el arte actual. Fragmentos de una identidad aluvional, que en el caso de Guagnini es una reflexión sobre la particular condición de la conformación nacional de nuestro territorio, crisol de etnias y mezcla ecléctica de una cultura conformada por los aportes particulares de distintas masas inmigratorias. El artista propone una construcción posible de identidad de las artes visuales, mediante la apropiación ecléctica de estilos y de pequeños rasgos de distintos lenguajes. Cierto tono constructivo general –característico de la tradición rioplatense-, se yuxtapone de manera arbitraria con trazos de una escritura árabe estetizada y deformada, en una imagen despojada y lineal, ligada a la gráfica del diseño. 

Guagnini plantea la doble lectura de lo público y lo privado, en una biografía plástica despojada de contenidos épicos y duros, pero sugiriendo la constitución de una ética de significados provisorios que revalorizan la comprensión de la esfera privada como una aproximación posible a los planteos del mundo contemporáneo.

POR LAURA BATKIS