Jorge de la Vega – Vivir inadaptado

Buenos Aires, Enero 2006.

En el panorama del arte argentino contemporáneo, Jorge de la Vega es hoy considerado una de las figuras más representativas del profundo cambio producido en las artes visuales durante la década del sesenta. Su vida y su obra son el reflejo de una generación que intentó buscar una salida frente a un mundo convulsionado y complejo, una generación que se abanderó bajo el lema único de la libertad. Pintor autodidacta, de la Vega nació en Buenos Aires el 27 de marzo de 1930.  A partir del año 1961, integra el grupo de la Nueva Figuración, junto con los artistas Ernesto Deira, Rómulo Macció y Luis Felipe Noé. Los cuatro pintores venían trabajando juntos compartiendo el mismo taller, que había sido una fábrica de sombreros fundada por el abuelo de Noé. Después de esta exposición, se fueron de viaje a París para incrementar sus estudios. El grupo realizó actividades en conjunto hasta el año 1965, exhibiendo tanto en el país como en el exterior. El segundo período de la obra de De la Vega es el Bestiario. Sus cuadros se pueblan con un repertorio de monstruos extraños y con el uso de anamorfosis -perspectivas oblicuas-, en telas en las que pegaba diversos materiales como trapos plegados, trozos de vidrio, espejos botones y fichas de juegos. Es una zoología de seres fantásticos con rasgos humanos en los que lo festivo y el humor aparecen entrelazados por una subyacente ironía de tono altamente mordaz. La técnica usada por de la Vega en esta serie implica una ruptura absoluta con los convencionalismos estéticos, y el alcance de una madurez plena en la obra del artista. En 1965 es invitado por la Universidad de Cornell, Ithaca, como profesor de pintura durante el Año Latinoamericano de dicha institución. Obtiene una beca Fullbright para la financiación de su viaje. Reside durante dos años en Estados Unidos, alternando su estadía entre Cornell y Nueva York. Estados unidos marca su último período en el campo de las artes plásticas. Se produce en su obra un cambio radical. Se saca el traje y la corbata, se deja el pelo largo y prueba. Las pinturas psicodélicas de este período reflejan sus experiencias con alucinógenos en imágenes desdobladas como el “Retrato de Eleonor Rigby”, “Mr. Músculo” y “Cheeta”. Un clima de fiestas, libertad y euforia hippie se evidencia en obras que son un complejo conglomerado de figuras humanas tratadas en blanco y negro en estrecha relación con el mundo de la publicidad y de los comics. Gente amontonada y ensimismada se retuerce en su “Psicomatización”, el “Retrato de Jimmy Hendrix Gurú”, “Está usted bienvenido” y el “Rompecabezas”. 

De la Vega presenta la deshumanización de una sociedad estereotipada

-la sociedad de masas-, donde prevalece la frivolidad, el consumismo y la alienación. Hay influencias de revistas populares norteamericanas y de algunos rasgos del Pop-Art. En 1967 regresa a Buenos Aires. Deja la casa de sus padres, comienza a psicoanalizarse y se reencuentra con Marta Rossi. Marta era una íntima amiga desde años atrás. En 1968 se citaron el “Florida Garden”, de Florida y Paraguay y no se separaron más. Con ella se casaría un año después y tendría un hijo, Ramón, al que de la Vega no llegaría a conocer debido a la prematura muerte del artista. En ese momento una gran crisis afecta al arte y a la cultura en general. Es un fenómeno generalizado en los centros del mundo occidental: el cuestionamiento de la llamada ” muerte del arte”. En la Argentina, el cierre del Centro de Artes Visuales del Instituto Di Tella marca un ciclo. Y es el último cambio en la vida de Jorge De la vega. Quiere llegar a más gente, a más público, ser más directo y más simple. Abandona la pintura y se dedica a componer canciones. Desde 1969 participa, junto con Jorge Schusseim y Marikena Monti en espectáculos musicales. Presenta su disco “El gusanito en persona” en la Galería Bonino de Buenos Aires, con su retrato fotografiado por Oscar Bony en la tapa. Necesita expresarse de otra manera para poder acercarse más a la gente y comunicarse de una manera más directa. Las letras de sus canciones están en estrecha relación con el contenido de sus pinturas.  Y como en su canción Inadaptación, habla de cómo hacer para estar en el mundo y no morir en el intento sin desdoblarse más. 

Esta canción, es para usted

que vive más tranquilo

si toma té de tilo.

Esta canción es para usted

que conserva el estilo

a fuerza de café.

Es para, los que,

con aspirina, revivimos

si el ánimo declina.

Para los que, con uso moderado

de alcohol y nicotina

nos hemos adaptado.

Nos adaptamos a nuestro empleo

aunque no sea, ni lindo, ni feo

nos adaptamos, a pasar el invierno

aunque el invierno, resulte eterno.

Nos adaptamos a cualquier cosa

mientras no sea muy espantosa

nos adaptamos sin preguntarnos,

para qué cornos adaptarnos.

Y readaptarnos a ser cualquiera

menos el tipo, que se debiera

y readaptarnos sin preguntarnos

cuándo empezamos a recontrarreadaptarnos.

Esta canción, es para usted

prefiere una aspirina

o un toque de rapé.

A los 40 años, se volvió a poner el traje, formó una familia, se adaptó y al poco tiempo se murió.  Fue el 26 de agosto de 1971 a la salida de Canal 7 de televisión, después de haber sido entrevistado junto a Jorge Schusseheim. Habló de la unión del arte y la poesía y de su intención de vivir en arte, una utopía más de aquellos dorados años ’60. 

POR LAURA BATKIS