Prólogo del catálogo de la muestra “Grupo Doble Cero – 12 artistas de la joven generación” (Cotelito, Kortatu Mozuc, Jazmín López, Gimena Macri, Sofía Malamute, Inés Marcó, Rodolfo Marqués, Ana Clara Martínez Ramos, Maximiliano Murad, Santiago Quesnel, Ana Clara Soler y Rosario Zorraquín), Fundación Federico J. Klemm. Buenos Aires, 2009
Doble Cero es un grupo de 12 artistas que comparten una actitud. El arte como refugio y la obra como un lugar donde se repara el destierro del lenguaje verbal. La imagen como territorio y patria que alivie el desierto afectivo de la comunicación tecnológica. El aislamiento positivo de la soledad del taller para resistir el capitalismo en red que promueve el vacío de las conexiones líquidas. La década del 90 se caracterizó por las variantes del neoconceptualismo y una aproximación al pop cercano al kitsch. Los artistas de la generación ’00 toman referentes de la modernidad de fines del siglo XIX y usan figuras cargadas de un simbolismo alegórico. Otros se asientan en el aspecto más lúdico y festivo de la generación anterior. En muchos casos la atmósfera es finisecular pero los estilos se mezclan de manera ecléctica, remixando el pasado con el sonido del mundo de hoy.
El paisaje impresionista es tomado por Gimena Macri y Santiago Quesnel, con referencias más actuales ligadas a la obra del artista inglés Peter Doig.
La sensación de intemperie de los paisajes con niebla de Macri se acentúa por el despojamiento oriental de sus pinturas. En Quesnel hay un tono crepuscular en sitios inespecíficos, marcados por el paso del hombre pero abandonados. Ana Clara Soler toma del Simbolismo los rituales místicos de sus obras, con la idea de pasaje, ciclos vitales y epifanías, donde la cita del imaginario Nabi tiene el colorido estridente de la pintura alemana de Neo Rauch. Dentro del Simbolismo pueden ubicarse también los trabajos de Kortatu Mozuc (ligados a la estética de Nahuel Vecino) y los monstruos marinos de Ana Clara Martínez Ramos.
El Romanticismo más extremo junto a la máxima candidez conviven en las obras de Jazmín López. “Cementerio muerto”, la carta a su padre, está escrita con la intensidad agónica de su serie de niños con la piel lastimada. En las acuarelas, las escenas apenas se insinúan poéticamente, muy cercanas al mundo de Elizabeth Peyton.
La naturaleza como una abstracción aparece en los trabajos de Sofía Malamute y Rosario Zorraquín. Las ramas de árboles en las fotos de Malamute son como un dibujo de trazos automáticos y líneas que se entremezclan. En los paisajes de Zorraquín la relación del hombre con la naturaleza es una constante. Con un pathos de lo sublime se adentra por capas en el interior de la corteza terrestre como si fuera el momento previo al desenlace de una tormenta final.
Las ciudades de Maximiliano Murad son redes que se van conectando en una inmensa perspectiva axonométrica que remite a los diseños en blanco y negro de Pablo Siquier.
Los trabajos de Cotelito, Inés Marcó y Rodolfo Marqués tienen un tono festivo y lúdico que los diferencia del resto del grupo. La pintura alegre de Cotelito recuerda a Pombo y Benito Laren. El artista suele decir que tiene una filosofía del optimismo y destaca la actitud celebratoria de Walt Whitman en “Hojas de Hierba”. Con humor, Marqués imagina una batalla en las inmediaciones de la Villa 31, usando venecitas y témperas muy pequeñas como las miniaturas medievales. Inés Marcó reflexiona sobre la legitimación artística y se burla del mundo del arte, usando una imagen que alude a la estética infantil.
Doble Cero es un panorama del arte de la joven generación. Son artistas que miran el pasado para contarnos cómo es el mundo de hoy.
POR LAURA BATKIS