Abril de 1998.
Dos muestras consecutivas de Ernesto Deira (1928 – 1986) se realizan en Buenos Aires entre abril y mayo. La primera de ellas se está exhibiendo en la galería Rubbers, con obras comprendidas entre 1963 y 1985, como un homenaje a los 40 años de la primera muestra del artista en esta misma sala. La segunda exposición es una retrospectiva, con 50 obras, que tendrá lugar a partir del 7 de mayo en el Centro Cultural Borges. (Viamonte y San Martín).
De profesión abogado, Deira estudia pintura con Leopoldo Torres Agüero y Leopoldo Presas. En 1961 integra el cuarteto neofigurativo conformado por Deira, Jorge de la Vega, Luis Felipe Noé y Rómulo Macció. El grupo expone por primera vez en la galería Peuser, bajo el título de “Otra Figuración”. Al referirse a este nuevo movimiento, escribía Noé por entonces: “Otra figuración no es otra vez figuración. Los hombres de hoy tienen los mismos rostros que los de ayer y, sin embargo, la imagen del hombre de hoy es distinta de la imagen del hombre de ayer. El hombre de hoy no está guardado detrás de su propia imagen”.
Esta cita explicita una de las características de la pintura de este grupo. Emparentada en de cierto modo con el chorreado y la libertad gestual del Movimiento Informalista – constituído dos años antes- la Nueva Figuración no desdeña la representación de la figura humana, pero bajo una forma muy distinta a la usada por la pintura representativa. El hombre aparece desarticulado, fragmentado, apenas esbozado, surgiendo de un magma de manchas que lo enmarcan de manera dramática. Estas notas aparecen en las primeras obras de Deira, que, al igual que en los otros integrantes de esta tendencia, se emparentan con los artistas del nórdico Grupo Cobra (Copenhague, Bruselas , Amsterdam), formado, entre otros, por Pierre Alechinsky, Karel Appel, Corneille, Asger Jorn y Constant.
Hay una búsqueda introspectiva, de marcado contenido psicológico, intentando sondear estados de consciencia primarios, desligados de convencionalismos tradicionales.Acorde con la corriente filosófica del existencialismo, se trata de plasmar en la tela los conflictos del ser humano, desgarrado por su lucha interior.
Luego de pasar este período, en el que usa una paleta de colores sombríos, la pintura de Deira cambia. Prevalece el dibujo, que diseña figuras recortadas sobre fondos planos, que se superponen de manera envolvente, en una actitud más serena y decorativa.
Hasta el 9 de mayo (Suipacha 1175, planta baja).
POR LAURA BATKIS