Clausura – Alejandro Bonzo

Prólogo del catálogo de la exposición de Alejandro Bonzo en el Centro Cultural Recoleta. Buenos Aires, 2004

Alejandro Bonzo (1976) pertenece a una generación de artistas que disfrutan en soledad el placer demorado de la pintura, con una precisión detallada, tomando algunos elementos de fotos, del natural o de un modelo interior. Es notorio como en varios de estos artistas el referente ya no es la escena internacional, sino que nutren su repertorio mirando obras de artistas argentinos. En la obra de Bonzo se pueden reconocer los colores estridentes de Gramajo Gutiérrez y Pablo Suárez, junto al clima intimista de Lacámera y la ornamentación de Marcelo Pombo. 

Compone una imagen urbana en una atmósfera enrarecida por la inquietante desolación de formas y volúmenes esenciales. Son edificios con las cortinas bajas, que palpitan con un mudo resplandor una escena de clausura extrema. Una iconografía de la ausencia pintada con colores brillantes, plasmada en una imagen plana en esmalte y óleo sobre madera. Sus terrazas, cines y fachadas son híbridos del eclecticismo urbano. En sus frentes de casas se superponen los estilos de la ciudad que crece y cambia. El artista quiere dejar el rastro del tono local que recorrió su infancia antes del derrumbe. El hall del Centro Cultural San Martín, el cine Lorca y el Leopoldo Lugones, entre otros.

La nostalgia congelada se enfatiza con la elección de un planteo espacial plano y esquemático. Bonzo describe su entorno, los edificios que se ven desde la ventana de su taller en Congreso, y elige el estilo más depurado del racionalismo arquitectónico. 

Un mundo de ensimismada cotidianeidad en el que uno imagina a Bonzo, cada día, construyendo su territorio en una especie de operación rescate intentando detener el tiempo y atrapando, en cada pincelada, el recuerdo fugaz de un momento perfecto. 

POR LAURA BATKIS