Prólogo del catálogo de la exposición “Bellas Artes” de Rep & Repiso en el Malba (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires). Buenos Aires, agosto-septiembre de 2004
Últimamente voy a las exposiciones de arte con mi sobrino Juan, de seis años. En una de nuestras frecuentes visitas a Malba, vimos Analogía IV de Grippo y me dijo que eso no era arte porque era comida (había papas). Conversamos sobre el asunto en el patio del museo, discutiendo si la Cajita Feliz de McDonald’s es arte si la ponemos en una muestra, y cosas así. De pronto señaló hacia arriba y dijo “arte”. Era un nido de hornero en una viga. Pensé en el tema de las intenciones del autor, en la idea de obra abierta, pero nada de eso funcionaba frente a mi fichero enciclopédico de imágenes: los caballos de Kounellis, el coyote de Beuys, las abejas de Benedit. Me sentí bastante mal cuando le dije que eso no era arte porque lo había hecho un pájaro. Y me sentí peor cuando Juan me dijo que si la papa en el museo era arte, el hornero en la viga del museo también. Me interesa su mirada despojada de solemnidad, que se parece bastante a la de Rep en esta serie Bellas Artes, donde cuestiona las estrategias de legitimación del medio artístico. Me refiero al asunto de cuándo hay arte, qué es el arte, y quiénes se ocupan de establecer la diferencia. En su desconcierto frente al arte de los museos, Rep decidió copiar las obras de los artistas que le interesaban hasta llegar a su versión humorística en el dibujo, para poder aproximarse a ese mundo que le resultaba sumamente extraño. El mundo del arte bello, solemne, con marco, curador y catálogo bilingüe. En sus dibujos, la mirada humorística es inevitable, porque es el modo con el que mira su entorno.
La risa, con su carácter universal, ha sido siempre un arma poderosa para abolir provisionalmente las relaciones jerárquicas de los sistemas opresivos. La ambivalencia del humor permite que el artista establezca un juicio sobre la realidad comentada de manera oblicua, distanciada, con una fuerza regeneradora que provoca en el espectador una reflexión profunda sobre aquello que en un primer momento le resulta cómico. Rep penetra la obra de un autor para entender los extraños mecanismos de creación que hay detrás del artista. Desacraliza lo que nosotros, espectadores, idealizamos. El romántico Klimt pegándole a su mujer, la obsesión del joven Warhol pintando latas de sopa, o el momento en el que Berni inventa a Juanito Laguna. Junto a Bellas Artes, el autor plasma en las paredes de Malba una instalación en la que deja de lado su seudónimo y la inmediatez que le exigen sus tiras diarias como gráfico en un medio masivo, para concentrarse en el pensamiento demorado de Miguel Repiso. Es una enorme tela de araña armada con palabras, en la que están atrapadas sus dudas y pensamientos cotidianos. La trampa del arte donde el artista está completamente solo. Como el primer hombre que dejó su impronta en las cuevas de Altamira, que se parece al artista de hoy, invocando con el arte paraísos de libertad y trascendencia.
POR LAURA BATKIS