Antonio Berni en el mercado internacional del arte

Sección Espacio de Artista, edición febrero 2001.

Desde hace muy pocos años, el arte argentino contemporáneo ocupa un lugar preciado entre los coleccionistas internacionales. Las principales casas de remates neoyorquinas han puesto la mira en en sur del continente americano. Junto al joven Guillermo Kuitca, Antonio Berni se posiciona como el maestro más cotizado. Siguiendo los avatares de  la bolsa, una nueva modalidad se ha insertado en el mercado financiero: invertir en arte.

La mirada internacional sobre la cultura latinoamericana comenzó a mediados de los años ‘60 en el ámbito de la literatura. El interés por el llamado realismo mágico generó en la industria editorial traducciones de las novelas de García Márquez, Juan Rulfo y José Lezama Lima, entre otros. La pintura empezó a tener su lugar hacia fines de la década del ‘80 con el alza de precios del arte mexicano y las cuantiosas cifras pagadas por obras de Diego Rivera y Frida Kahlo.

En el arte argentino contemporáneo, este fenómeno se empezó a sentir en las últimas subastas internacionales. A la muy cotizada pintura del joven Guillermo Kuitca (precio récord por Mar Dulce, rematado en 107.500 dólares) – se suma  el “boom de Antonio Berni”, un verdadero maestro del arte nacional, cuya obra Ramona espera, (1962, técnica mixta, 300 x 200 cm.) se vendió en 717.500 dólares en el remate de Sotheby’s de Nueva York en noviembre de 1997.

Antonio  Berni nació en Rosario el 14 de mayo de 1905. Su iniciación artística se produjo a los 11 años, cuando ingresa como aprendiz en un taller de vitrales. En 1925 obtiene una beca del Jockey Club de Rosario para perfeccionar sus estudios en Europa y se establece en París, donde se vincula con otros argentinos que también estaban completando su formación artística: Badi, Basaldúa, Bigatti, Butler, Forner y Spilimbergo. En esta primer etapa, transita por experiencias derivadas del cubismo, del fauvismo e incursiona en el surrealismo. En 1931 Berni regresa a la Argentina con su primer esposa y su hija, Lily. La vuelta al país marca su vuelco figurativo hacia una propuesta comprometida con la denuncia de la injusticia social y la defensa de los humildes. Realiza obras de carácter monumental y de concepción escultórica y funda el movimiento del Nuevo Realismo. En 1946 pinta los murales de la Galería Pacífico, en colaboración con Spilimbergo, Castagnino, Urruchúa y Colmeiro. En la década del ‘50, nacido ya su segundo hijo, José Antonio, Berni pasa temporadas en Santiago del Estero ejecutando obras que testimonian las migraciones internas de los campesinos a la ciudad.

Hacia 1960, crea los personajes de Juanito Laguna y Ramona Montiel, protagonistas de todo un ciclo narrativo. Juanito es el chico de la villa de emergencia, al que presenta en sus ocupaciones cotidianas. Ramona, por su parte, es la muchacha humilde que se entrega a la prostitución conservando, sin embargo, su ingenuidad y pureza. Son obras hechas con collage, en la que introduce todo un repertorio de objetos de deshecho y de chatarra.

En 1962 Berni recibe un reconocimiento mundial al serle otorgado el Gran Premio de Grabado en la XXXI Bienal de Venecia. En los últimos años, el artista reside en Buenos Aires, aunque frecuenta largos períodos en París y Nueva York. Su obra final denota cierta influencia del Pop Art, y aparecen imágenes estereotipadas para denunciar con ironía la frivolidad y los hábitos consumistas de los nuevos ricos de la sociedad porteña.

Poco antes de morir abruptamente, el 13 de octubre de 1981, el maestro afirmaba: ”He sido siempre una persona muy dispersa, pero creo haber tenido la suerte de tener una especie de eje central que ha estructurado toda mi vida, y ese sistema vertebral ha sido el arte.”

Desde 1994, cuando Amalia Lacroze de Fortabat  le compra  a la marchand Ruth Benzacar Domingo en la chacra o El almuerzo (1945/71, óleo s/arpillera, 210 x 400 cm.) en 413.000 pesos, la obra de Berni comienza entonces a insertase en el mercado del arte, con precios cada vez más altos, en el término de muy poco tiempo. Un año más tarde, la misma galerista le vende Desocupados (1934, temple s/arpillera,218 x 300 cm.), a un coleccionista particular de la Argentina, quien paga por esta obra monumental 800.000 pesos.

En 1996, Pacho O’Donnell -entonces secretario de Cultura de la Nación- compró La orquesta típica (1940/75, óleo s/tela, 198 x 290 cm.) para el Museo Nacional de Bellas Artes, a 250.000 pesos, un precio especial cedido por la familia y la galería que lo representa.

Sin duda que el “fenómeno Berni” no es un hecho aislado, sino que es un éxito acompañado por un una serie de factores ligados a la gestión de una galería, la adhesión de la familia de Berni, las subastas internacionales, la publicación de libros como el del Banco Velox en 1997- con un texto de Jorge López Anaya-, la retrospectiva organizada el mismo año por Jorge Glusberg en el Museo Naciona de Bellas Artes, que convocó a más de quince mil personas por día y que también editó un muy completo catálogo.

Hay que destacar también el apoyo incondicional del coleccionista Eduardo Costantini, que tiene en su pinacoteca un panorama bastante completo del artista rosarino, el cual podrá verse próximamente en el Museo de Arte Latinoamericano que será inaugurado en el transcurso del 2001.

En el remate de Christie’s de 1996, Los Emigrantes (1956, óleo s/tela, 300 x 189,8 cm.) alcanzó los 552.500 dólares pagados por un coleccionista francés. Juanito bañándose entre latas (1974, óleo y collage s/madera, 145 x 100 cm.) es subastado por la misma casa de remates, un año más tarde en 170.000 dólares a un coleccionista particular argentino. Y finalmente, los dos últimos récords de noviembre de 1997: La gallina ciega (1973, óleo-collage s/madera, 160,5 x 200 cm.), 607.500 dólares y la ya mencionada Ramona espera (717.500 dólares), obra que en la década del ‘80 había sido vendida por Ruth Benzacar al coleccionista inglés Lord Palumbo, en 56.000 pesos. Finalmente, en la anteúltima edición de ArteBA (Feria de Galerías de Arte de Buenos Aires), la instalación La difunta Correa alcanzó el medio millón de pesos, y fue a parar al acervo de la Señora Fortabat,  la empresaria de Loma Negra, quien también piensa abrir su propio museo de arte durante este año.

Hasta aquí llega, por ahora, esta carrera de Berni, una pelea que seguramente recién comienza, y que sin duda ayuda a que todo el arte argentino ocupe el lugar que merece en el debate internacional del mercado del arte.

POR LAURA BATKIS