Mayo de 2006.
Desde los años 80 que el curador empezó a tener un protagonismo muy grande. Se habla más del curador que del artista. Y me parece que en una muestra la figura protagónica es el artista. No me interesa la enorme intermediación que existe hoy en el mundo del arte: desde el curador, el curador jefe, el curador primero y segundo, el asistente del curador, pasando por los prenseros, la crítica periodística, el montajista, el que pone el clavo, el que corta la tanza, el comunicador, el marchand, el dealer. Hay un montón de secciones atrás de una muestra. Me parece que se vuelve complejo algo que es más simple. El artista termina siendo el último eslabón de una cadena en la que él es el autor principal. Por eso armé el año pasado (2005) el ciclo “El artista como curador” en el Centro Cultural San Martín. No estoy en contra de la curaduría, yo soy curadora, pero me parece que es una actividad que complementa el trabajo del artista y nada más. Yo intento trabajar con artistas con los que comparto una manera y una mirada, porque me gusta el trabajo en equipo. Y me interesa que una muestra sea como un baile, de a dos. No siempre se puede, eso depende del compañero que se elige en una exposición.
En gestión cultural, hoy se habla de profesionalizar el mundo del arte. Estoy de acuerdo con ser profesional, pero habría que definir qué es ser profesional. En general se da por entendido que ser profesional es tener asistentes para llegar a tiempo con la demanda de las ferias, hacer carpetas prolijas bilingües, inventar marcos teóricos para que las obras de los artistas ilustren ideas de curadores, dar conferencias con títulos complicadísimos que no agregan nada, y contribuir a la mercantilización general de todo para vender y vender. Yo pienso que el arte es el silencio del tiempo demorado en el taller , y otras cosas como la pérdida de tiempo del tiempo del ocio creativo. Los galeristas tienen sus intereses y me parece muy bien, como los dueños de los medios, en los que hay que hacer el difícil equilibrio del malabarista para decir sin que te echen de una patada. Hoy hay una manía de vender a cualquier costo, lo sabemos. La necrofilia vende, la provocación vende. Mucha página amarilla. Y en las muestras pasa lo mismo, mucha prensa, rrpp., prenseros para ver más de lo mismo. Hay un estilo o perfil de artista que a mí me interesa particularmente. Son los artistas que se toman esos tiempos que no son los cronológicos ni los tiempos del mensaje de texto. En general no están en la máquina de ferias, intereses curatoriales y demás, pero son los que me gustan a mí. Sabemos que en las críticas de arte y el periodismo cultural hay que llenar caracteres y ocupar espacio, pero que a veces no hay nada que decir. Yo pienso que es bueno también callar cuando no hay nada que decir. Yo soy Licenciada en Historia del Arte y ejerzo mi profesión en el marco de la docencia, la crítica de arte, el periodismo cultural y la curaduría. Yo se cuando hago copiar y pegar en un texto y las piruetas que realizo para llegar a tiempo con la nota que te piden para dentro de 3 minutos. Y me siento mal y es parte de la contradicción y es parte de detenerse y pensar para qué uno se metió en esto del arte. Para mi esto siempre fue goce, placer, felicidad, entendimiento. No quiero ser la top curator y dejar de tener tiempo en sueños compartidos y colectivos. No es fácil este tema de la gestión cultural, ni de los artistas, ni de los gestores críticos ni de nadie. Me refiero hacer gestión cultural, en general. Hay que tomar decisiones y a veces llenar agujeros porque no tengo ideas, o no encuentro el artista con obra nueva que me interese. Y sé cuando escribo contando los caracteres porque no tengo mucho que decir. Ahí la cosa deja de gustarme y me siento muy mal. Elegí este trabajo porque amo profundamente el arte, entonces, no quiero olvidarme de esa emoción inaugural que tuve la primera vez, en todo. Para no perder esa emoción y no dejar de sorprenderme prefiero cada tanto tomar distancia.
El arte son los artistas lo demás es el sistema del arte. Puedo estar en ese sistema cuando me resulta conveniente como ir a una comida de compromiso, pero no es lo que me interesa. Se aplaudir cuando el otro necesita el aplauso, todos conocemos el juego. Puedo estar en una inauguración porque ya conozco las reglas, pero ¿no hay lugar más ajeno al arte que una inauguración o una charla sobre gestión cultural? Para mí, es una opinión personal, no hay nada menos artístico que la luz claustrofóbica de una feria de arte o el tedio agobiante de recorrer una bienal de arte. Me tomo una aspirina y voy, porque además sé que si supero todos esos obstáculos (la luz, el cansancio, el ruido, la cantidad de gente) de pronto encuentro situaciones interesantes, o una obra diferente a las que yo conocía, o puedo tal vez reencontrarme con las obras de siempre que siempre me interesan, como los viejos amores. Pero confieso que no es precisamente una experiencia estética ese recorrido del arte de lo que se supone que es hoy la cartografía del arte.
No hace falta fingir orgasmos todo el tiempo. Arte sucede muy pocas veces, como el amor. Lo demás, es llenar espacios para ocupar el tiempo y tener un rato las luces del escenario encima porque hay una devoción actoral muy rara no solo en el arte sino en esta época. Ahora en las notas te piden la foto. Todos quieren sus 15 minutos de celebridad, como decía Warhol. Además de escribir ahora yo tengo que poner la cara. Me acaban de ofrecer un programa de cable, así que tendré que ir a una escuela actoral, también, supongo. Lo asumo como parte de las variantes de la flexibilización laboral. Todos somos un poco todo. El artista es curador, el asistente es artista, el crítico es actor, el coleccionista es el asesor, y viceversa.
Por otra parte, reconozco que me encanta mirar este panorama, me parece que vivimos en una época muy interesante, en la que todo tiene que ser publicable, y de todo se opina. Es como una pérdida de intimidad tremenda. Es un momento paródico y grotesco y bastante patético, y por todo esto, sumamente interesante.
*Laura Batkis es Licenciada en Historia del Arte (UBA), docente, crítica de arte y curadora. Miembro de la Asociación Argentina e Internacional de Críticos de Arte. Redactora en la revista internacional de arte Lápiz (Madrid), La Mano (Buenos Aires) y Arte al Día (Buenos Aires) .
POR LAURA BATKIS