Buenos Aires, Mayo 2004. N° 2.
El 20 de diciembre de 2001 cambió todo: se precipitó la crisis que ya estaba instalada desde hace décadas y nuevos habitantes empezaron a circular. El arte comenzó a vivir momentos de inusitado fervor, con muestras en nuevos espacios que empezaron a cubrir las falencias de las galerías tradicionales y fueron un alivio frente al malestar, con un aire neosesentista.
Con las molduras de nuevo del edificio proyectado por Le Monier en 1927, el 25 de marzo se inauguró Zabaleta/Lab, la nueva galería a cargo de Hernán Zavaleta. “Un laboratorio de arte contemporáneo,” como dice Clara Caputo, la asistente del director. Como todo dandy, es difícil encontrarlo. Su estilo: joven amante de las antigüedades, de los años 20 del pasado siglo, de refinamiento exquisito, saco, corbata y ese tono pálido en la piel que lo acerca a un personaje salido de una novela de Oscar Wilde. Se presenta en público con muestras del francés Sigismond de Vajay (1972) y la argentina Silvia Gurfein (1959). La exposición de Gurfein se titula El oído, y alude a las reminiscencias musicales de los colores, siguiendo los pasos de investigaciones sobre el tema que hicieron artistas como Kandinsky. Utiliza formatos horizontales y alargados que instala en la pared como un pentagrama. Líneas que surgen de la superposición de capas de pintura, que luego se revelan por un raspado. Toma el color de los cuadros que más le interesa de la historia del arte, y los descompone en una escritura pictórica líneas, ritmos pausas, silencios e intervalos.
Mezclando los tiempos de la pintura y la música, la artista dice que “Pintar para mi es situarme en el momento de la intersección entre la alta velocidad de mi mente musical y el lento tiempo ancestral del óleo. La máquina del tiempo”.
Una galería tecno
En una zona plagada también de historia sesentista, Alberto Sendrós instalo galería propia. Oreo dandy con perfil deportivo, jeans, zapatillas y todos los ingredientes para no pasar desapercibido. Es joven, culto, altísimo, lleno de músculos, tez morena, en fin. Más cerca de una rave que del teatro Colon, fue coleccionista y ahora decidió transmitir su afán de poseer cuadros a los que estén dispuestos a pasar por su galería. Ubicada en el estratégico Pasaje Tres Sargentos, cerca del Bar Baro, donde Jorge de la Vega pinto las vidrieras del mítico bar que a fines del 60 puso Luis F. Noé, y fue el lugar de encuentro de artistas e intelectuales de la época. La galería tiene un estilo tecno y despojado, como depósito neoyorquino. Expone Sanacabeza, un conjunto de obras de Beto De Volder (1962) que son piezas que quedan del recorte de firuletes de madera, pintados de colores y colocados con imanes sobre soportes metálicos. Se trata de jugar con la obra y que el espectador participe armando su propio modelo.
Dada y surrealismo
Si ya en el Renacimiento Leonardo Da Vinci escribe “La pintura es cosa mental”, habría que repensar hoy de que se habla cuando se habla de arte conceptual. Qué mejor que acercarse al Malba para ver la muestra Soñando con los ojos abiertos. Se trata de más de 200 piezas de arte dada y surrealista. La muestra está montada con un carácter histórico y educativo. Se recomienda fijarse bien en las fechas. Cuando Duchamp pone la rueda de bicicleta sobre un taburete es 1913, y declara fervientemente que es anti-arte. Y va más allá. No es “original” sino un múltiple, un objeto manufacturado (que bautiza readymade) y si, frente a la típica frase “yo lo puedo hacer”, a ver si alguien hace algo tan contundente hoy. Y no se trata de maldecir el pasado, sino, muy por el contrario, reinterpretarlo. Qué mejor que agarrar una reproducción de la Gioconda y dibujarle barba y bigote. Usa un juego de palabras y la titula L.H.O.O.Q. (ella tiene el culo caliente) … caliente de estar en el Louvre sentada preguntándose qué hace tanta gente amontonada para verla. La burla es sobre el circuito que legitima, y no sobre Leonardo, a quien admira. La documentación fotográfica de Man Ray parece el futuro que ya llegó, y sin computadoras ni trucos digitales. Duchamp fotografiado para Man Ray, travestido como Rrose Sélavy, su “alter ego femenino” en 1920, es hoy todavía una patada en la escandaliza no solo al burgués, como afirmaban entonces. Esta exposición requiere verla sin solemnidad, recordar el humor con el que trabajaban en equipo, y para eso bien ir al ciclo de cine con películas de Buñuel entre otros.
De Tucumán a Buenos Aires
Otra nueva galería se acaba de abrir en esta ruidosa Buenos Aires. En el Pasaje Bollini, Daniel Abate puso su local en la calle con la obra del tucumano Sandro Pereira.
Este artista se autorretrata de manera casi caricaturesca, desde el pequeñísimo tamaño hasta el gigantesco Sánguche de milanesa, una escultura de enormes proporciones, que fue el gran éxito de arteBA 2001. El artista se acaba de ganar una beca para estudiar con Kuitca en el programa del Rojas (UBA).
Historias de amor
Ana Gallardo presenta en la sala 11 del C.C. Recoleta la muestra Tía Rosita. Es un trabajo que reconstruya una historia de amor, con grabaciones, fotos y dibujos sobre la pared.
Retratos
Retratos por dos en Sonoridad Amarilla. Frontales y enigmáticos, recortados sobre un fondo blanco en los cuadros de Verónica Sanes. El formato más que reducido (7x7cm.) es usado en los retratos de Rosalba Mirabella, que recorre de manera notable las paredes de la sala con una instalación de sus 105 pinturas.
POR LAURA BATKIS